#VocesDelCambio: ‘En la lucha también se sana’ dice la activista digital mexicana Julia Didriksson

En la primera entrega de #VocesDelCambio entrevistamos a Julia Didriksson, una activista digital mexicana que crea contenido feminista educativo y organiza círculos de mujeres para reunir a personas de todo el continente con un objetivo claro: sanar las heridas de la violencia machista. 

El feminismo, así como las violencias machistas, atraviesan la vida de las mujeres y las personas género diversas en México, uno de los países de América Latina con mayor índice de femicidios y con incesantes casos de acoso, violencias sexuales y discriminación. Sin embargo, la organización y el activismo feminista crecen en fuerza y tamaño a lo largo del país, creando una red de apoyo desde la resistencia y la sororidad. 

Julia Didriksson es una de esas mujeres que resiste. Es una gestora cultural, diplomada en estudios de género, activista digital y creadora de contenido en redes sociales como Instagram y TikTok. Tiene 28 años, y lidera un programa de radio llamado Voces en Resistencia, que se transmite en Violeta Radio 106.1 FM, la primera radio comunitaria feminista en México, un proyecto del Instituto Mexicano de la Radio, Reactor 105.7 FM. También participa en un podcast llamado Sí Somos, un espacio de diálogos feministas entre mujeres jovenes.

En sus videos, Didriksson politiza la cotidianidad desde el feminismo: “Hablo de cosas como el amor, la sanación, las luchas sociales, problemáticas de violencia, etc. Pero mi tema de investigacion más profundo es el amor romántico desde una perspectiva feminista”. 

Hablamos con Didriksson para empezar nuestra nueva serie #VocesDelCambio, una serie enfocada en conocer más a las personas que están cambiando la forma en la que se hace activismo en América Latina. Con ella nos enfocamos en saber más acerca del estado del activismo digital en México, cómo crear espacios digitales seguros para las mujeres y personas género diversas, cómo las redes sociales han cambiado el ecosistema de los movimientos feministas en América Latina, y cuál es la mejor forma de adentrarse al mundo del activismo enfocado en el género. 

Gabriela Mesones Rojo: ¿Cómo empezó tu camino en el activismo?

Julia Didriksson: Mi mamá es una activista feminista que ayudó a la despenalización del aborto en Ciudad de México y en el estado de Oaxaca. Podría decir que voy a marchar desde que estoy en el vientre de mi madre, y desde muy niña tuve una crianza enfocada en nuestros derechos como mujeres, el anticlasicismo y el antirracismo.

Me autodetermino como feminista a los 15 años, pero fue en la universidad que mi trabajo de investigación se centró en el feminismo y me empecé a organizar con las chicas de la universidad. Empecé en las calles, pintando monumentos y yendo a marchas; pero durante la pandemia, que ya no pudimos salir a las calles, empecé a organizarme con otras chicas desde lo digital. 

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 GMR: En tu podcast, Voces en Resistencia, hablas de la lucha de las mujeres en distintos espacios y a través de distintas causas. ¿Cómo se encuentra actualmente el panorama de movimientos feministas en México?

JD: Creo que el feminismo en México se ha generalizado mucho en las mujeres, en todas las mujeres, de forma masiva. Aunque haya mujeres que no se autodefinen como feministas, esto es algo que inevitablemente las interpela porque el mensaje está en todos lados. Hace poco entrevisté a una chica en una zona rural de Jalisco, y me decía que en su pueblo no hay organizaciones feministas, pero que gracias a las redes sociales ha podido empezar a organizarse. Hoy en día no es cierto que solo en las ciudades hay feminismo. Mujeres organizadas ha habido siempre y en todos lados, pero ahora hay más y en distintos espacios.

También creo que hay muchas divisiones en el feminismo en México; pareciera que hay una rivalidad y que luchamos más entre nosotras que contra el patriarcado. Ya no podemos hablar de un feminismo, sino de muchos feminismos. El panorama en México también está liderado por las jóvenes, siempre reconociendo a nuestras antecesoras y el trabajo que han hecho para llegar a donde estamos, pero es muy común ver hoy en día a niñas y adolescentes que se nombran feministas, algo que antes no pasaba.

También hay un manejo generalizado de la terminología feminista, muchas ahora podemos nombrar los distintos tipos de violencias en donde antes había mucha normalización de conductas problemáticas.

GMR: ¿Cómo es ser una Tiktoker feminista en México?  ¿Qué aporte crees que le han dado las redes sociales al feminismo?

JD: Mi experiencia como activista digital ha sido súper gratificante, pero también es una actividad muy dura en la cual hay muchas violencias. En México es muy peligroso ejercer el activismo y el periodismo, y hay muchísimos riesgos físicos, pero las activistas digitales también somos muy violentadas, y aunque esto se lleve a cabo en un espacio digital no significa que no lo suframos. Yo he sufrido amenazas y humillaciones y ha sido muy duro. He parado mi labor varias veces.

Sin embargo, me parece fundamental el trabajo en redes sociales, porque son un medio para que podamos organizarnos de forma masiva. Mi contenido es educativo, e intento explicar conceptos complejos de forma sencilla, porque creo en la democratización del conocimiento. Cada post que hago busca generar un debate, porque creo que las conversaciones sirven para unirnos y para difundir los conocimientos para nuestra transformación.

También creo que a pesar de los casos de violencia, el internet tiene la capacidad de ser un espacio seguro. Me dedico a hacer círculos de mujeres, algunos presenciales, pero la mayoría vía zoom para que puedan participar chicas de todo el continente. A estos espacios yo los llamo Círculos de mujeres de sanación politizada, porque politizamos las cosas que nos afectan bajo la premisa de que lo personal es político.

El objetivo de mi activismo es buscar una sanación colectiva y politizada. Si la herida es sistémica y patriarcal, la sanación será colectiva y feminista. Hay heridas que tenemos todas las mujeres, hay cosas que podemos sanar, pero cuando lo hacemos de forma colectiva, estamos cambiando nuestro rol en la sociedad. 

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 GMR: Hablas de distintos tipos de violencia que has recibido en espacios físicos y digitales como mujer en México, y en algunas ocasiones has recibido críticas por hacerlo. ¿Cómo crees que podemos articular espacios en internet que sean más positivos, más sanos, menos sexistas y más enfocados en el apoyo comunitario?

JD: Mi contenido va dedicado a mujeres, personas con vulva y también a varones que les interesen estos temas. Sin embargo, hay un montón de hombres que les afecta mucho que exista el feminismo, y desafortunadamente mi contenido le llega también a esos hombres. Es muy duro y lo sufrimos todas las activistas digitales. Tengo muchas compañeras que les han quitado la cuenta porque los hombres las denuncian.

Le apuesto mucho a un internet feminista, un espacio digital libre de violencias machistas. Hay varias iniciativas que abordan las violencias digitales, como Luchadoras.mx, que plantea un internet feminista e igualitario. Poco a poco estamos creando espacios seguros, con organizaciones, colectivas y activistas individuales, que ayudan a crear un diálogo sororo, donde hay apoyo y respaldo en contra de las violencias que vivimos.

GMR: En el debate del internet feminista, y más allá de las violencias machistas en el espacio digital, hay una conversación acerca del rol de las influencers que venden productos y un estilo de vida que puede ser problemático y perjudicial para las mujeres. ¿Cuánta responsabilidad crees que tienen las influencers, no necesariamente feministas, en cuanto a la honestidad y transparencia con sus audiencias? ¿Deberían ser responsables de los efectos que sus feeds sociales tienen en sus audiencias?

JD: Totalmente. Al tener una audiencia de chicas que te siguen creo que debe haber una gran responsabilidad con el manejo de contenido. Yo la tengo aunque no me considero influencer, porque sé que al final influyo a muchas mujeres.

Una de mis críticas es que las influencers venden un estilo de vida fundamentado en mucho capital económico. La mayoría de nosotras no podemos desayunar quinoa con mango todos los días, tener un novio perfecto y viajar en yate. Muchas jóvenes buscan un estilo de vida que no corresponde con la actualidad. Parte de mi activismo también implica ser crítica con las dinámicas del capitalismo.

Otro elemento importante es el de la belleza, las influencers te venden un cuerpo y una belleza inalcanzable, y aunque hay muchas que son influencers gordas, negras, racializadas, y está bien que aún así tengan una belleza hegemónica, pero debemos concientizar qué estamos transmitiendo con ese poder de comunicación que tenemos.

Tampoco es acerca de sentirnos mal con el privilegio que tenemos. Yo me considero una persona con una serie de privilegios, mi tono de piel, mi educación, mi clase socioeconomica. Yo no me quiero sentir culpable, porque parte de la lucha feminista es poder disfrutar la vida, gozar lo que hacemos. Pero tampoco quiero buscar un estilo de vida que nunca he querido. 

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 GMR: ¿Qué consejos le darías a las activistas más jóvenes que quieren hacer trabajo digital, de calle, individual o comunitario? ¿Cuál sería la mejor manera de empezar? 

JD: Todo activismo es fundamental: el activismo en la calle, en la escuela, en el trabajo, en la familia, con las amigas, en internet. Todo es importante. Es importante que le entremos desde todos lados y que lo hagamos desde el autocuidado y el cuidado colectivo.

Recomendaría dos cosas particularmente importantes: la búsqueda del conocimiento y los saberes feministas, y el diálogo con otras mujeres. El primero está enfocado en leer, informarnos a través de la literatura y de distintos medios. Lo segundo es la importancia de hablar y escuchar la experiencia y perspectivas de otras mujeres.

También creo que hay un mito en torno a nuestra labor como activistas, que tenemos que hacer de todo: ser veganas, saber de derechos humanos, ser ecologistas. No somos superpoderosas, o por lo menos no tenemos que serlo. Tenemos que enfocarnos en lo que nos atraviesa, las cosas específicas que realmente nos importan.

Es importante que la lucha sea colectiva, pero tenemos que irnos a lo que nos atraviese. Y creo que es una oportunidad para sanar nuestras heridas. Las mujeres estamos muy dolidas y nos atraviesa mucho miedo. En la lucha también se sana. Podemos refugiarnos entre todas para sanar.

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