¿Activismo digital o placebo de sofá?

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Hasta hace unos años el activismo requería de un involucramiento dinámico en defensa de una causa especifica o en la denuncia proactiva de una situación. Dicho involucramiento implicaba asistir a manifestaciones públicas, recabar firmas o fondos para la causa, presionar presencialmente a ciertos actores, por ejemplo un determinado empresario o funcionario, y participar constantemente en labores organizacionales.

Con la masificación de las redes sociales en internet, se fueron definiendo prácticas complementarias al activismo tradicional: promover la firma digital de una petición, denunciar un hecho específico en las redes o difundir información alrededor de una causa, entre otras. Como complemento estas prácticas refuerzan la causa, y con frecuencia lo hacen de manera significativa. Pero también muchos advierten, creo que no sin razón, que se trata de una postura cómoda.

Resulta interesante tratar de entender cómo se perciben estas acciones digitales desde la perspectiva del actor. Es decir, ¿siento que participé activamente en una cierta causa si tuitée consignas apoyándola en, digamos, 11 ocasiones? Un estudio reciente sobre activismo digital, extrañamente realizado por una firma de marketing e investigación, determinó que muchos estadounidenses se consideran activamente involucrados con una causa si se manifiestan a favor de ella vía sus perfiles en redes sociales. No obstante, sólo una tercera parte de ellos llevaron su apoyo un paso más allá, esto incluso tratándose de acciones que se mantienen en el ámbito digital y no exigen cruzar la puerta de su hogar, como firmar una petición en línea (29%) o realizar una donación (35%). De acuerdo a este dato es de suponer que del 100% original, tan sólo una minúscula porción compaginó su postura con una acción más allá de internet.

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Y aquí la siguiente pregunta es: ¿cuántas de las personas que se contentaron con tuitear o manifestarse en Facebook, pero que no participaron más allá del clic, hubieran, por ejemplo, asistido a una manifestación en caso de no haber desahogado su opinión o “contribuido” digitalmente? La respuesta no la sé. Buscando estudios relacionados no logré encontrar alguno que sugiriera el dato, pero sería importante entender si la actividad digital ofrece, para ciertas personas, un sustituto satisfactorio a tomar acción fuera de la red. En este caso evidentemente la participación en línea estaría actuando como un debilitador de la causa, pero podemos también suponer que en la mayoría de las ocasiones la gente que participa exclusivamente vía una red social no está dispuesta a involucrarse presencialmente y, por lo tanto, es un refuerzo a la labor que hacen los activistas tradicionales o los ciudadanos proactivos.

A manera de conclusión parece que el “activismo” en línea tiene un rol importante para el desdoblamiento de una causa. Sin embargo, en un contexto ideal este debiese ser un complemento a un involucramiento “offline” y no un simple reemplazo. En la historia reciente existen múltiples pruebas de que generar presión digital puede tener repercusiones importantes. Pero también es pertinente enfatizar que la mayoría de estos triunfos van acompañados de labores concretas, extradigitales, que lleva a cabo una organización civil o un reducido grupo.

En pocas palabras no dejes de tuitear o de manifestar tu opinión en las redes, pero idealmente considera que también podrías ir un paso más allá, trascendiendo los límites de Facebook, Twitter y compañía, y que en la medida en que más personas lo hagamos, entonces se estarán acelerando esos procesos sociales, esa transformación que cada vez con mayor urgencia necesitamos consumar. Tal vez la #revolución no será “hashtaggeada” pero seguro que algo habrá de eso..

Fuente: Twitter del autor: @ParadoxeParadis

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