- El hacktivismo, una práctica que combina la habilidad informática con la defensa de causas y valores, ha sido tanto elogiado como condenado en el pasado y en la actualidad.
- A medida que estas personas sobrepasan los límites de la ética en Internet, surge un debate sobre si los hacktivistas realmente son los héroes del siglo XXI o se han convertido en los grandes y temidos villanos.
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Pese a existir ya desde hace años, en el mundo de la ciberseguridad y la informática siempre ha existido una gran figura que se ha ganado un lugar en los titulares de noticias, en la sociedad y en el debate global sobre la ética en Internet: los hackitivistas.
Estos son individuos o grupos de personas que emplean técnicas de hackeo para promover una causa o una ideología. Sus actividades van desde la filtración de información confidencial hasta ataques cibernéticos dirigidos.
El término hacktivismo se popularizó a fines de la década de 1990 y se ha mantenido con los años como un concepto “temido” en la era digital actual. Uno de los ejemplos más importantes es el grupo Anonymous, que ha llevado a cabo numerosas operaciones en línea en nombre de la justicia social y la libertad de expresión.
La ambigüedad radica en que, si bien algunos hactivistas se esfuerzan por luchar por la justicia y la transparencia, otros aprovechan sus capacidades para fines bastante más oscuros y peligrosos. En el caso de Anonymous, por ejemplo, el anonimato de estos grupos hace también difícil determinar quiénes están detrás de las máscaras digitales y cuáles son sus verdaderas intenciones.
Algunos hactivistas están impulsados por una profunda creencia en la justicia social y la transparencia. Ven sus actividades como un medio para luchar contra la opresión, la censura y la violación de los derechos humanos.
“La ética es fundamental en el ‘hacktivismo’. Sin ella, las acciones pueden tener consecuencias negativas. Los ‘hacktivistas’ deben equilibrar sus objetivos con principios éticos sólidos para asegurarse de que su impacto sea positivo”, explica en una entrevista para Computer Hoy Félix Llorente García, SAP Project Manager.
Por otro lado, algunos utilizan sus habilidades para promover una agenda política o ideológica específica, lo que a menudo da pie a ataques cibernéticos que pueden causar daños colaterales.
Sin ir más lejos, muchos hacktivistas prorrusos, que tienen como objetivo apoyar la guerra de Rusia en Ucrania y se alinean con los objetivos estratégicos del Kremlin, llevaron a cabo ataques DDoS contra el gobierno lituano y entidades financieras después de que Lituania decidiera bloquear el transporte de bienes y suministros a Kaliningrado, un enclave ruso ubicado entre Lituania y Polonia.
“La forma en que esto se desarrolle afectará la forma en que la historia vea esto en el sentido de que una invasión rusa exitosa podría incluir un componente de guerra cibernética porque la mayoría de las naciones verifican regularmente su resistencia cibernética”, se explica en el siguiente informe.
Un gran debate ético sobre la mesa y un caso emblemático: Anonymous
El hacktivismo plantea una serie de preguntas sobre ética bastante complejas. Por un lado, aquellos que los defienden argumentan que estas acciones son necesarias para exponer la corrupción y luchar contra las injusticias en un mundo cada vez más digitalizado.
Han jugado un papel muy clave en la revelación de escándalos corporativos y gubernamentales, lo que ha llevado a la caída de empresas y el descubrimiento de grandes escándalos en los gobiernos, lo que ha hecho a la sociedad abrir los ojos.
Sin embargo, el uso de métodos ilegales y la falta de transparencia —en muchos casos— en las acciones de hactivistas también generan muchas dudas. Los ataques DDoS, por ejemplo, pueden dañar a empresas y organizaciones no involucradas en el conflicto. Además, la falta de rendición de cuentas y la dificultad para identificar a los responsables a menudo dejan a las víctimas sin recurso legal.
“El ‘hacktivismo’ puede aumentar la conciencia sobre la seguridad cibernética, ya que expone vulnerabilidades en sistemas. Sin embargo, también puede socavar la seguridad al utilizar métodos ilegales. Es un doble filo. Algunos lo ven como un medio para preservar la libertad de expresión y la privacidad en línea. Sin embargo, los métodos utilizados pueden ser controvertidos”, añade el experto.
Como antes se mencionaba y volviendo a poner como ejemplo a Anonymous, el gran problema radica en la fina línea que separa la lucha por la justicia y la ciberdelincuencia.
Además, las consecuencias legales para los hactivistas varían según la jurisdicción y la gravedad de lo que hayan hecho. Algunos han sido arrestados y condenados por sus actividades, mientras que otros han logrado mantenerse en el anonimato. Esta falta de coherencia en la aplicación de la ley añade aún más complejidad al debate sobre si sus actos son o no legítimos.
En última instancia, no cabe duda de que también el juicio sobre el hacktivismo depende de la perspectiva de cada persona, país o institución y de la evaluación de las circunstancias específicas de cada caso.
Lo que es innegable es que el hacktivismo ha cambiado la forma en que se ve la lucha por la justicia a día de hoy. Ya sean considerados como héroes o ciberdelincuentes, los hactivistas seguirán desafiando las fronteras de la ética en línea, lo que plantea bastantes dudas sobre cómo mantener el equilibrio entre la libertad en Internet y la responsabilidad en la actualidad.
“Es difícil predecir, pero es probable que el papel de los ‘hacktivistas’ continúe evolucionando. La sociedad digital en constante cambio presenta nuevos desafíos y oportunidades para aquellos que buscan cambiar el status quo”, finaliza el experto.
Fuente: computerhoy.com