Durante cuatro años buceó por el océano de Change.org, rastreando cada iniciativa que se formalizaba para pulsar el estado del ciberactivismo en nuestro país. La doctora en Ciencias de la Comunicación Marta Pérez Escolar (Cartagena, 1988) se lanzó a explorar el activismo en la red en un momento en el que todavía resonaban los ecos del 15–M. «Quería hacer algo que tuviera un contenido activista y sirviera para analizar qué estaba pasando en España», asegura en una entrevista. El resultado de su estudio es una tesis que acaba de ser premiada por la Comunidad como mejor investigación universitaria dedicada a la transparencia. El papel del director de la tesis (José Manuel Noguera) durante su investigación –recalca Marta Pérez– ha sido fundamental.
Usted ha analizado 44.000 peticiones presentadas en Change.org. ¿Goza de buena salud el ciberactivismo?
Goza
de buena salud, pero hay muchas cosas que mejorar. Como ciudadanos que
protestamos, se espera que seamos un poco más responsables. Una de las
cosas que más crea escepticismo son las faltas de ortografía a la hora
de escribir las peticiones. Cuando algo no está bien escrito y tiene
errores graves, automáticamente desconfías. También había muchas
peticiones utópicas, que no se pueden realizar aunque suenen bien. Por
ejemplo, que no se trabajara los viernes. Aun así, hay iniciativas
interesantes que ayudaron a mucha gente. Por eso es necesario seguir con
el ciberactivismo.
¿Hasta qué punto es relevante hoy en día el ciberactivismo?
El
ciberactivismo no es un movimiento individual, sino colectivo. Y si ese
fenómeno reúne muchos fans que apoyan la iniciativa, sí es
significativo, porque la presión social es muy importante en el contexto
político. Aunque estos movimientos podrían mejorar si implicaran más al
ciudadano y si hicieran iniciativas legislativas ciudadanas, que
conllevan una mayor responsabilidad y tienen un efecto más directo en
las decisiones políticas.
En su investigación, entrevistó a cuatro ciberactivistas que llegaron lejos.
Sí,
hicimos un focus group, en el que elegimos a cuatro ciberactivistas que
habían logrado éxito en sus peticiones. Uno de ellos es Isidoro
Martínez, que con 14 años logró paralizar las reformas de la Lomce en la
época del Gobierno de Rajoy. Otra ciberactivista, Elena Alfaro,
consiguió un banco de libros de texto en la Comunidad de Madrid para que
los padres no tuvieran que comprar los libros año tras año. Fue al
Congreso con sus firmas, abrió un blog… Ella es el prototipo ideal de
ciberactivista. Y Carmen Baltasar tenía un perfil muy emotivo. Son
personas extremadamente responsables, muy honestas y realmente eran
conscientes del poder que tenían para cambiar las cosas.
O sea, que pueden convertirse en herramientas muy útiles.
Sí,
efectivamente. Si eres muy activo y sabes cómo utilizar las
herramientas que las administraciones y las élites políticas te dan, son
muy útiles para generar el cambio. Porque ellos consiguieron que mucha
gente apoyaran sus iniciativas y supieron sacarle partido. Consiguieron
el cambio que buscaban.
No obstante, ¿por qué en sus conclusiones advierte de que los troles pervierten el ciberactivismo?
Ese
es justo el lado opuesto del prototipo de ciberactivista. Hay dos tipos
de troles: los troles amistosos y los que buscan hacer daño, que
incluso promueven acciones de mobbing. El ciberactivismo no está para
eso. Los troles amistosos publican en Change.org como una broma, como si
publicaran en un muro de Facebook. No hacen daño a nadie, pero este
tipo de iniciativas contaminan el entorno ciberactivista.
¿Pero son dominantes los troles?
No, no precisamente son dominantes. Lo que más había era peticiones de participación política ciudadana.
En el plano político, ¿se ha sabido sacar provecho del ciberactivismo?
La
mayoría de las peticiones de participación política ciudadana estaban
bien estructuradas, sabían lo que pedían. Es necesario que estén y que
sigan estando para hacer presión y lograr ese cambio, pero cobrarían
mucho más poder si en Change.org se pudiera firmar con DNI electrónico.
Significaría una participación mucho más directa e implicaría una mayor
responsabilidad del ciudadano y cuando la petición llegara a las
instituciones políticas tendría un peso mucho más importante.
¿Puede tener más eco una recogida de firmas que una gran manifestación?
Depende
del eco de los medios, que tienen una gran responsabilidad en esto. La
petición de paralizar la Lomce, por ejemplo, reunió más de un millón de
firmas y tuvo más repercusión gracias a los medios de comunicación. Él
lo pedía, pero si el Gobierno no se siente presionado, no paraliza la
reforma. Lo mismo pasa con una gran manifestación: si el Gobierno se
siente socialmente presionado a no tomar ciertas medidas, no lo va a
hacer. Esto es una unión de varias personas. Hay muchas peticiones que
podían haber conseguido mucho y se han quedado escondidas porque no se
la ha dado difusión mediática.
¿Por qué considera que tienen más éxito las campañas regionales que las grandes mareas?
Son
los datos que nos salieron tras analizar las peticiones. Después del
15–M, se crearon las mareas del cambio, para educación, sanidad… Todas
estas mareas son un nivel macro, porque querían un cambio a nivel
nacional. Sin embargo, no sabemos exactamente por qué, perdían eco en
Change.org. No había muchas peticiones en Change.org. En cambio, sí que
vimos que peticiones más locales, las micro, tenían mucho éxito y se
creaban cada vez más. El ciberactivismo tiende a ser un movimiento local
o regional, en lugar de ser tan vasto y tan abierto como lo fue el 15–M
y las mareas del cambio.
¿Por qué es más eficaz al ser local?
Supongo
que es menos difícil,y esto es una opinión personal, conseguir aliados a
nivel local porque conoces a la gente afectada y es más fácil conseguir
contactar con ellos. Por tanto, Change.org, para este tipo de
ciberactivismo, es muy útil: la gente sólo tiene que firmar. En cambio, a
nivel macro, la gente no está suficientemente informada de este tipo de
iniciativas. Como no saben que existen, no las firman.
¿Recuerda algún caso de éxito que haya nacido en la Región?
Recuerdo una sobre un fenómeno fan: pedían que en la Región hubiera un Pokémon determinado, muy difícil de obtener. Era muy gracioso aquello. En la Región sobre todo piden muchos conciertos.
Fuente: laopiniondemurcia.es