“Una mujer se aísla y se recluye en su departamento durante dos años porque los hombres que cruza en la calle la acosan, la encaran, algunos incluso la manosean y le susurran obscenidades al oído. La llaman por su nombre. Parecen conocerla, pero ella no los conoce. La historia bien podría ser la sinopsis de un capítulo de la famosa serie Black Mirror, que suele relatar situaciones relacionadas con los peligros del uso de la tecnología y las redes sociales llevado al extremo. Pero es real”.
Así relató el sitio web de Diario Popular el derrotero de una platense que fue víctima de una ex pareja que tuvo durante 6 años y utilizando las nuevas tecnologías difundió imágenes de ella enviando fotos y videos íntimos.
“Marina Benitez Demtschenko tenía 26 años y ya era abogada cuando descubrió que había sido víctima de un plan macabro ideado por su ex novio, Sebastián M., con quien había mantenido una relación durante 6 años. El ex de Marina creo perfiles falsos en distintas redes sociales, haciéndose pasar por ella. Contactó alrededor de 400 hombres, a quienes les envió fotos y videos íntimos de Marina y los incitaba a encuentros sexuales. La viralización fue tal que el material llegó a la computadora de un vecino de Marina, quien le siguió el juego al Sebastián y así logró recolectar algunas pruebas para comenzar a andar el camino judicial. Marina pudo hacer la denuncia y frenar la viralización. Pero se encontró con un vacío legal importante: la difusión no consentida de imágenes íntimas –una de las formas más comunes de la violencia de género digital – no está penada por la ley”, consignó el sitio mencionado.
En una charla con Popular, Marina lo contó de esta manera: “Había pasado hacía muy poquito lo de Florencia Peña (la viralización de un video íntimo de la actriz) y en ese momento se ligaba a que eso le sucedía sólo a las mujeres públicas. No se creía que una mujer normal, común y corriente pudiera pasar este tipo de cosas y el impacto que realmente tenía”.
Antes de enclaustrarse en su casa, de acuerdo al relato que publicó el medio, para que los hombres contactados por su ex dejen de acosarla (Marina vivía en el centro de La Plata), cambió seis veces de teléfono, más de 40 de nombre de perfil en redes sociales y ocho veces en dos años de color de pelo. Pensó también en mudarse a San Juan. Viajó hasta la provincia y allí se dio cuenta de que no era ella la que tenía que irse. Volvió a Buenos Aires y decidió ponerse en movimiento: presentar un proyecto de ley en el Congreso y especializarse en Derecho Informático.
Por qué un proyecto de ley
“Para resolver el vacío legal argentino frente a la violencia de género digital. Lo que propone Marina es una modificación en el Código Penal que tipifique los delitos y sus respectivas penas a: la difusión no consentida de imágenes íntimas, el acoso virtual y el hackeo de redes sociales”, consignó Popular.
“Yo ya era abogada en ese momento y me daba cuenta de que era bastante desafiante instalar una movida con respecto a la violencia digital, porque no sólo no había legislación sino que tampoco había aún un repudio social”, detalla.
La movida feminista, que hoy sacude con fuerza el tablero, era aún muy incipiente. “El ambiente digital era un área gris en el que no pasaban estas cosas, no se hablaba y ni siquiera se perfilaba lo que era la violencia digital en este nivel”, dice. Ella inició la denuncia en 2014.
“Cuando radique la denuncia en la fiscalía, las dos veces anteriores no entendían la mecánica, me ofrecían una perimetral. ¿A quién se suponía que iban a ponerle la perimetral? Si eran un montón de tipos que me perseguían por la calle…”, explicó en la misma nota.
“El derrotero judicial no amedrentó a Marina y a la par del expediente penal que logró que abrieran contra su ex, comenzó a visibilizar el tema. Comenzó a dar charlas en La Plata, Buenos Aires y en el interior. Habló de derecho informático con el plus de la perspectiva de género y del feminismo que ya militaba hace tiempo. Y también habló con legisladores para comenzar, de a poco, a meter el tema en la agenda. Logró insertar en el Congreso un proyecto de ley de modificación del Código penal para la incorporación de los tipos penales. Tiene media sanción en el Senado y en Diputados fue aprobado en la comisión de Legislación penal y está a la espera de ser tratado en el recinto”, publicó Popular.
Ahora Marina tiene 9 expedientes abiertos contra su ex. Siete de ellos, penales.
“El caso de Marina comenzó a tomar relevancia mediática en 2016 y ahí fue cuando comenzó a recibir una catarata de mensajes de mujeres que habían pasado por situaciones similares. Entonces supo que era el momento de institucionalizar la actividad. ‘Mi caso es un disparador de la temática, pero no es el caso normal, porque yo tengo las herramientas. Una mujer sin la capacidad o la posibilidad o las oportunidades que tengo yo como abogada ¿qué hace?”, se pregunta. “No es un tema simplemente de un abogado o abogada penalista, o de derecho informático. Comprende además la violencia de género digital, el aspecto penal, el jurídico, la perspectiva de género necesaria y todo lo que es el feminismo y, encima, que te crean’, dijo en declaraciones al sitio web.
Entonces junto a otras dos mujeres creó la Fundación Activismo Feminista Digital “que plantea el abordaje de diversas temáticas que surgen del Feminismo, las nuevas tecnologías, la Internet y la política. Entre otras muchas actividades (como la formación y capacitación en diferentes ámbitos y la difusión de campañas sobre la temática), ofrecen asesoramiento jurídico e informático a mujeres víctimas de violencia de género digital en cualquiera de sus formas”.
Fuente: http://www.infoblancosobrenegro.com